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Como llevo defendiendo en DesheredARTE desde un principio, el patrimonio no sólo lo forman el arte mueble e inmueble de los pueblos, sino que hay otro tipo de patrimonio, mucho más complicado de conservar, ya que, a diferencia del otro, debemos ser nosotros, como ciudadanos, quienes cuidemos de él. Este es el patrimonio intangible, leyendas, anécdotas e historias que ocurrieron en el mismo lugar en el que hoy pisas, pero hace años. Es la verticalidad del tiempo, cada vez un sentimiento menos sentido, que nos hace ver con vértigo y perspectiva sucesos que acontecieron en ese mismo lugar, en otro tiempo. Piénsalo, intenta hacer el ejercicio, sitúate en un lugar exacto de la ciudad e intenta sentir el tiempo, cada persona, cada época, cada momento… De película, ¿verdad?
Pues de eso trata esta entrada, de las películas. En concreto de la primera película que se proyectó en Palencia. Fue en diciembre de 1985, en el Salón Indio del Grand Café de París cuando los hermanos Lumière dieron a conocer su gran invento al público de una sociedad ávida de progresos. Dos años después, en marzo de 1897, ese gran ingenio llega a Palencia. Tuvo lugar en la calle Don Sancho, enfrente del llamado Palacio de Tordesillas, donde después estaría la ferretería Espegel (creo que es exactamente donde ahora está el antiguo Casa Lucio o la tienda de moda Mandarina Duck). El artífice de la exhibición fue, como era habitual en la época, un comercial. Eran un ejército de personas que se dedicaban a mostrar el gran invento a todo el mundo para conseguir compradores (los Lumière nunca vieron el “cine” como un producto, sino que pretendían vender su aparato, por lo que los comerciales se dedicaban a viajar de ciudad en ciudad haciendo exhibiciones, a la vez que filmaban pequeños trozos de película en diversos lugares, la cual pegaban con celofán y reproducían una y otra vez. A diferencia de ellos, Edison sí vio el potencial de la película como tal y sus comerciales se dedicaban a viajar de feria en feria con su máquina y en los barracones vendían “cine”. Por la descripción, al parecer lo que llegó a Palencia fue el invento de Edison)
Ese mismo año, en las fiestas de San Antolín se volvió a proyectar una película en Palencia. Esta vez al aire libre. Colgaron una gran lona blanca del Arco del Mercado (que estaba a la entrada de la Calle Mayor, si entramos desde El Salón), la entrada era gratuita y la gente acudió con sillas de casa. En este caso fue el alcalde quién posibilitó la proyección para todos los palentinos. Más adelante volverían los comerciales, Bilbis y Belloch, que se instalaron desde 1904, siempre en fiestas, en una barraca al final del Paseo de los Frailes.
No es hasta 1911 que en Palencia se pueda ver cine en un local cerrado. El primero fue el Teatro Principal. En 1913 se abre el Cine Novedades, en el edificio de Caja España. El siguiente cine palentino sería el Cinema España en 1922, en la sede de Caja Duero. Después de que a última hora fallara una compañía de comedias, el 24 de noviembre de 1937 se inaugura el cine teatro Ortega con la proyección de «La bella Adelina», un estilo de opereta en grande de las películas americanas.
Así comienza la historia del cine en nuestra ciudad, una de las pocas de España que aún pueden disfrutar de una sala original "de provincias", con un negocio familiar.
Bibliografía utilizada:
BARREDA, Pedro Miguel: “Cosas que pasaron”. Palencia 1998, Ed. Cálamo.